Salvador
Fernández emigró a Puerto Rico donde se casó con la puertorriqueña Mercedes Herrerías
Durand (1.920-2.008) con la que no tuvo hijos. Mercedes de la mano de Salvador
se convirtió en una allandesa más y después de que su esposo falleciera construyó
este chalet a la salida de Pola junto a la gasolinera, casi como un homenaje a
su esposo y también para confirmar que su amor por la Pola no era cosa pasajera.
El proyecto fue realizado por los arquitectos Federico y Francisco Somolinos
Cuesta. El chalet lo heredaron unas sobrinas.
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